La EMTP en el Chile contemporáneo: desafíos a la formación de ciudadanas y ciudadanos en un marco de inclusión y justicia social

Por Pablo González, subdirector Centro de Estudios Saberes Docentes. 

La política educativa en la Educación Media Técnico Profesional (EMTP) en Chile se propone dos grandes objetivos: preparar a las personas para el mundo del trabajo, en un marco de formación por competencias, las que se alcanzan mediante la integración equilibrada de las dimensiones práctica y teórica de la formación; y, promover y apoyar las trayectorias formativas y laborales de las y los jóvenes que egresan de las diversas especialidades.

Estos objetivos son relevantes en sí mismos, aunque se tornan aún más significativos, si se tiene en cuenta que la EMTP está compuesta por un 64% de estudiantes que provienen de los dos quintiles más pobres de la población. Por tanto, alcanzar tales objetivos se relaciona también, de manera directa, con la necesidad que tiene la sociedad, en cuanto a avanzar sostenidamente en mayores niveles de inclusión y de justicia social.

Desde hace cuatro años, la educación técnica de nivel medio y superior, afortunadamente ha adquirido una especial atención desde el Estado, mediante el impulso de la denominada “Estrategia Nacional de Formación Técnico-Profesional 2018-2030”. Ella, en síntesis, se propone la creación de un sistema nacional de formación técnica-profesional capaz de responder a las necesidades productivas y laborales de los territorios y comunidades, así como de las empresas y de los centros de formación.

El diseño e implementación de la mencionada estrategia, responde a un anhelo largamente esperado por los diversos actores del sistema, incluidos, por cierto, las y los docentes y líderes escolares que se desempeñan en el área en el nivel medio. Ellas y ellos son desafiados permanentemente por los objetivos y contenidos de la estrategia nacional y, en especial, por las inquietudes y necesidades de formación expresadas por las y los estudiantes y sus familias.

Tales exigencias, cabe destacar, incluyen por supuesto, la adquisición y desarrollo de competencias que les permitan desenvolverse con éxito en el mundo del trabajo y en el campo de los estudios técnicos de nivel superior. No obstante, es necesario relevar que la efectiva adquisición y profundización de tales competencias técnico-profesionales, en un mundo como el nuestro, tensionado por la información, la producción acelerada de conocimiento, la revolución científico-técnica permanente, no está ni puede estar disociada de la formación de habilidades sociales y habilidades cognitivas claves para el desenvolvimiento de las personas en el mundo actual y futuro.

El desarrollo del pensamiento crítico, la capacidad de reflexionar, de experimentar e innovar. La actuación responsable, el compromiso con la sociedad y el cuidado del planeta, así como el consumo y el endeudamiento responsable constituyen claves formativas que completan y permiten la realización real de un currículum por competencias. Tales habilidades, no son sino, dimensiones de la formación de ciudadanas y ciudadanos que, por sus propias condiciones materiales de existencia, han de actuar tempranamente como trabajadoras-estudiantes y trabajadores-estudiantes. 

Esta dualidad, en realidad es aparente, formar por competencias tiene este alcance ineludible de unión entre la técnica y la materialidad y las formas de pensar y de actuar de las personas. Y esta complejidad, por último, será abordada efectivamente, en la medida en que las comunidades de profesoras y profesores de la formación general y la formación diferenciada dialoguen en clave pedagógica y didáctica al momento de pensar el currículum.

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