Voces Docentes

Mi experiencia en clases

Marcela Piña G., profesora de Tecnología.

Ya han pasado 30 años desde que pisé por primera vez una sala de clases. Mi experiencia ha estado ligada al encuentro con niñas, niños o jóvenes y no ha sido extraño el interactuar con ellos. En este contexto de pandemia y en clases remotas de emergencia, siempre pensado en el retorno al aula, me he sentido sola. Detrás de una pantalla, ajena, como interrumpiendo en sus vidas y las de sus familias. En algunos casos, he compartido con cursos muy participativos, incluso haciendo bromas, siempre hay un niño que prende su cámara; en otros, cursos en silencio, mirando las imágenes seleccionadas para su perfil. Siempre a la distancia.

Cuando ingresaron las niñas, estaba a la expectativa, de cómo sería ese primer encuentro. A pesar de que algunos niños me han hecho sentir acompañada y valoran el esfuerzo diciendo: ¡gracias por la clase profe! me conmovió una situación que viví en una clase, ya que nunca se sabe qué va a suceder, cómo reaccionarán, ¿se interesarán? Cada curso es un mundo, con realidades muy dispares. Entonces pregunté quién quería leer la introducción a una guía y una estudiante se ofreció. Explicaba el contexto de la actividad, sobre el aporte de la mujer a la tecnología. También había un ejemplo de una mujer y su trabajo. Todo esto relacionado con el convenio de la Universidad de Chile con el Instituto y el pilar de equidad de género (el cual integro, expliqué). Les dije: estamos en el siglo XXI y aún no se visualiza el trabajo de la mujer. Cuando pregunté: ¿alguien recuerda si aparecía alguna mujer en los videos que vimos sobre la evolución de la tecnología? Se quedaron pensando y dijeron que no. ¿A nadie le llamó la atención eso? Se quedaron pensando y me respondieron que no. Pues claro, estamos acostumbrados. Justamente en ese momento se prendieron unas cámaras de 2 niñas y se acomodaron para seguir la clase con más atención. Me sorprendió, pues se habían mantenido en las clases anteriores en silencio. El simple hecho de que mostraran sus caritas interesadas y tomaran nota de lo que se estaba hablando, me hizo sentir la empatía y la conexión.


Trabajar con estudiantes Institutanas

Por Katherine García, profesora de Alemán.

Mi experiencia de trabajo con estudiantes Institutanas ha sido absolutamente diferente de lo que pudiera haber imaginado e incluso pudiese decir, que hasta este momento, no se ha concretado. Antes de agregar más detalles respecto a cómo se ha desarrollado este año y a la llegada de las niñas al Instituto Nacional, quisiera aludir a cómo cobró fuerza esta gran energía y necesidad de avanzar hacia decisiones que generaran cambios sustanciales dentro de la comunidad y que fueran en pos de la equidad entre los integrantes de una sociedad.

 A partir del 2018, la oleada feminista tuvo un auge importantísimo a nivel social y nacional, lo que sin dudas se vio reflejado dentro de nuestro lugar de trabajo. Sentí este movimiento con más fuerza cada vez y empezó a llenar rápidamente los espacios de mi cuerpo, queriendo manifestarse. A su vez, otros integrantes de la comunidad expresaban consistentemente su sentir al respecto. De esta forma, surgió la votación dentro de la comunidad para que personas de sexo femenino pudiesen ingresar finalmente a las aulas del colegio, teniendo esta consulta un resultado positivo. De todas formas, el hecho de que hubiera niñas dentro de las salas, ya no era una novedad. Tuve la posibilidad de hacerle clases a mi queridísima Laura, a quien conocí en 2°Medio en 2018 y es una alumna a quien recuerdo y admiro muchísimo por su valentía, coherencia y por lo que aprendí de ella. El día de su licenciatura me sentí orgullosa de verla usando su jumper entre tod@s sus demás compañer@s, quienes vestían pantalón. Después de guardar en mi mente esa linda imagen, comencé a idear formas de recibimiento para el momento en que se concretara el ingreso oficial de niñas. Quería acogerlas, cambiar la energía estructurada del Instituto y que se sintieran en un lugar seguro, mostrándoles caras y nombres de personas a las que pudieran acudir fácilmente si se sentían vulnerables, considerando este nuevo escenario.

Como comentaba al principio, aquel magno recibimiento que rondaba en mi imaginación no se concretaría debido a nuestra situación actual de pandemia. El primer día de clases virtuales en que se integraron las nuevas estudiantes a las clases de 7° básico, me sentí muy emocionada y las recibí con mucho cariño. Admito por tanto, que su presencia virtual me provoca constante entusiasmo. Por otro lado, creo que el trabajo real y tangible con ellas aún no puede generarse. Estamos cada un@ de nosotr@s en modo de espera, expectantes y siendo supervivientes del contexto actual. A pesar de todo esto, creo que ha sido un buen proceso de marcha blanca. Considero que a partir de ahora y hasta cuando nos veamos, hay mucho que hacer, desarrollar, cambiar y aprender. Lo que más me importa es que ya estén presentes y que cuando nos encontremos, vivenciaremos el real cambio y cómo efectivamente nuestra comunidad avanza y evoluciona. Mientras tanto, me preparo a conciencia, me cuestiono y reflexiono sobre mis siguientes acciones y también respecto a las herramientas que voy a usar para generar esa sensación y ambiente de equidad que he estado anhelando últimamente.

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