El reconocimiento de la relevancia de la convivencia escolar tanto para el sistema educativo, como para las instituciones escolares y los actores educativos ha aumentado de manera continua. Desde la promulgación de la Ley de Convivencia Escolar, hace más de quince años, se han multiplicado los ámbitos, instrumentos y acciones que se orientan a aportar a esta dimensión educativa, lo que ha ido de la mano con una profundización en la comprensión de sus implicancias y un consenso sobre su centralidad en el logro de los principales propósitos y objetivos de la educación. 

De manera paulatina, se ha ido verificando que el abordaje de la convivencia escolar requiere de un trabajo multidimensional, que incluye la implementación de normas o políticas, pero que va más allá de ellas porque interpela al enfoque desde el cual se enfrentan tareas cotidianas y estrategias en las instituciones escolares.