El segundo momento de decisiones curriculares y evaluativas a nivel local es la planificación. Muchas veces la planificación es considerada como un mero proceso administrativo y se realiza más para cumplir con requerimientos burocráticos que con el interés genuino por organizar, o más bien diseñar, el proceso de enseñanza. Sin embargo, es un proceso clave para ofrecer a las y los estudiantes una experiencia educativa con sentido que impulse su desarrollo. Se trata no solo de diseñar e implementar buenas actividades, estimulantes, desafiantes, enriquecedoras para abordar los objetivos de aprendizaje, sino que se trata de concatenar un proceso de aprendizaje flexible, que tiene una intencionalidad clara, un rumbo, a la vez que posibilita ir intensificando, dosificando, interrelacionando y variando de acuerdo a lo que va ocurriendo en el trabajo con los y las estudiantes.

Así, entendemos la evaluación en dialogo permanentemente con la planificación, proveyendo información sistemática sobre los aprendizajes que van desarrollando las y los estudiantes, tanto al inicio, durante, como al término de un periodo, para dar continuidad al proceso.

Abordaremos en términos prácticos algunos de los desafíos centrales que supone esta visión de la planificación, proponiendo algunas orientaciones concretas recogidas en nuestra experiencia. Cabe destacar que no nos referiremos aquí a la planificación de las experiencias a realizar y su evaluación, sino que a las decisiones curriculares implicadas en la planificación, que no suelen ser objeto de atención.