Desarrollar estrategias de conciencia emocional y corporal en las prácticas pedagógicas para favorecer el bienestar de docentes y estudiantes fue el objetivo del curso “Educación Emocional y Corporal en la escuela: Estrategias para el trabajo pedagógico” desarrollado recientemente por Saberes Docentes, Centro de Estudios y Desarrollo de Educación Continua para el Magisterio de la Universidad de Chile.
La acción formativa estuvo orientada a “la importancia de reconocer las emociones como un elemento relevante en el trabajo pedagógico, reflexionar de forma crítica sobre la importancia de las emociones y empatía en las prácticas pedagógicas para finalmente diseñar experiencias relevando las emociones y el cuerpo, como dimensiones centrales para el desarrollo integral de los niños y niñas, y el bienestar en el aula”, reflexionó al respecto Catalina Feliú, profesora de Lenguaje en el Liceo Experimental Manuel de Salas, miembro del equipo de Educación Emocional, PIIE y Magíster en Educación Emocional.
En el curso participaron 20 profesoras, entre ellas docentes de enseñanza básica y media, educadoras de párvulo y educadoras diferenciales del Colegio Polivalente Elisa Valdés de la comuna de Puente Alto perteneciente a la COREDUC.
“La experiencia fue enriquecedora para nosotras como facilitadoras del proceso y de mucho crecimiento profesional y personal para las docentes que participaron. Cuando comenzamos creímos que sería difícil lograr un vínculo a través de la modalidad virtual, ya que además el curso es principalmente experiencial, por lo que requiere la participación activa de las participantes, este fue uno de los principales desafíos. Nuestro sentir fue que logramos una comunidad basada en el diálogo, la escucha y la confidencialidad. Destacamos el compromiso de las profesoras con el curso, la asistencia y los aprendizajes construidos a partir de las experiencias de cada una de las integrantes, fundamentales para nutrir las temáticas trabajadas”, añadió Feliú.
Sobre las necesidades y reflexiones que surgieron de esta experiencia, los participantes destacaron la importancia de rescatar los saberes de las profesoras que están en aula, otorgando protagonismo a las experiencias vividas para construir comunidades de aprendizajes entre profesores/as que inviten a la reflexión conjunta del quehacer docente y sus complejidades socioemocionales y pedagógicas, relevando el ampliar y fortalecer los espacios en la escuela que garanticen la reflexión y la construcción permanente de los y las docentes en este ámbito.
“Por otro lado, la comprensión del quehacer pedagógico es en esencia emocional. Desde ahí, surge la reflexión por problematizar y cuestionar cómo se está abordando este tema en nuestras escuelas y cómo abrimos caminos hacia una mirada más crítica y social de las emociones, la corporalidad y su relación con la docencia”, agregó Viviana Salvo, docente que también lideró el proceso formativo.
La docente del curso agregó que el contexto social es un factor fundamental que afecta la práctica pedagógica, hoy más que nunca, evidenciado por el contexto de crisis sanitaria en el que nos encontramos desarrollando la docencia: “En este sentido, las experiencias de aprendizaje dependen en gran medida de la capacidad de conectividad de les estudiantes lo que dificulta enormemente la construcción de climas emocionales, vínculos y afectos, elementos tan necesarios para que se produzcan aprendizajes significativos. En esta línea creemos que el curso fue un gran aporte para pensar y construir colectivamente alternativas para este desafío”.
Desde la mirada que otorga una vasta experiencia en el campo laboral dedicada a la educación especial con jóvenes con capacidades diferentes y la formación de vínculos afectivos con los estudiantes, con su entorno familiar y social, Verónica Barra, profesora de Educación Diferencial que participó en el proceso formativo, se mostró muy conforme con lo desarrollado y valoró “profundamente que nuevas generaciones estén realizando este gran aporte a la educación, que sirve para educar a los y las profesionales, en este ámbito tan importante”.
Barra aseguró que “en algún tiempo me sentí como un bicho raro al querer demostrar que los vínculos, los sentimientos, el afecto, son importantes, que la pedagogía con amor rinde buenos frutos. Luego, dejé de pensar o me dejó de importar lo que otros pensaran acerca de mi experiencia y seguí trabajando en lo que yo creo que es correcto, en mis convicciones, en la “pedagogía con amor”, con respeto, tolerancia, para que los y las estudiantes con capacidades diferentes puedan tener un espacio en esta sociedad, la cual no los visibiliza. Este curso de Educación Emocional me ha servido para corroborar, que efectivamente es así”.
A la hora de evaluar y proyectar desafíos en el ámbito formativo-emocional, Marcela Bornand, coordinadora del núcleo de Convivencia, Ciudadanía y Género de Saberes docentes, destaca la importancia de seguir desarrollando procesos de formación continua con docentes y comunidades escolares en torno a la dimensión emocional y corporal del desarrollo humano, una dimensión tan necesaria, pero hasta ahora invisibilizada como pilar de la práctica docente y el trabajo en escuelas.
Como núcleo, agrega la profesora Bornand, “creemos fundamental seguir apostando por el fortalecimiento de la formación docente respecto a los procesos vinculares y afectivos, pues éstos necesitan entenderse como parte primordial de los aprendizajes escolares y, por tanto, visibilizarse e instalarse como saberes docentes claves en el desarrollo de una escuela que tenga como norte la formación integral de las personas”.