Una reflexión en profundidad acerca de los cambios y actualizaciones al currículum nacional, que ponen en el tapete la necesidad de actualizar de manera permanente los procesos y estrategias utilizados para transmitir conocimientos a los estudiantes de manera clara y efectiva, ofrece el curso "Enseñar artes en el siglo XXI”, dictado por Saberes Docentes, Centro de Estudios y Desarrollo de Educación Continua para el Magisterio de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
Conducido por la profesora adjunta del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Viviana Espinoza Zimmermann, quien además tiene a su cargo el curso, el espacio contó también con la participación del profesor Carlos Ossa, Doctor en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte, Magíster en Comunicación Social y Licenciado en Teoría e Historia del Arte de la Universidad de Chile, Licenciado en Comunicación Social de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, Docente de pre y postgrado en áreas de comunicación, cultura y arte contemporáneo y coordinador académico del Núcleo de Investigación en Educación Artística, como experto invitado en una de las clases sincrónicas dictadas.
Ver el arte como una disciplina que traspasa lo meramente estético y se instala como un ámbito desafiante a las teorías intelectuales, pero que sin embargo, aún hoy, es muchas veces considerada un contenido auxiliar por quienes no observan su relevancia desde el interior de las aulas, fue uno de los razonamiento que motivó a los organizadores de este curso a ofrecer a docentes de 3º y 4º medio que se desempeñan en el sistema formal, herramientas que les permitan desarrollar procesos didácticos y estratégicos, que vayan de la mano con las nuevas exigencias del currículum nacional y se presenten, al mismo tiempo, como una propuesta motivadora para sus estudiantes.
Así lo señaló el profesor Ossa, quien destacó la relevancia de “Abordar previamente la caracterización que la reforma ha hecho del lugar que ocupan las artes en la formación de la enseñanza media”, como un paso esencial para comprender la necesidad de actualizar los sistemas y procesos de una disciplina cuyos insumos intelectuales y emocionales, se insertan en el cotidiano.
Respecto a la relevancia del arte en el currículum, Ossa observa que “Hoy se ha ido consolidando cada vez más como una forma de pensamiento y no sólo un modo de trabajo manual o expresivo. Y esto -a pesar de la indolencia o indiferencia del aparato institucional- se ha ido instalando como un proceso trascendente de aprendizaje, independiente de que muchas veces en el espacio escolar, todavía se mira a los profesores de arte como si tuvieran una función complementaria o auxiliar, y no participaran de un proceso de enseñanza que enriquece la vida de los estudiantes” señaló el docente.
El curso abordó las artes desde todas sus disciplinas, entendiendo que resulta indispensable tocar los intereses de las y los alumnos en cualquiera de las áreas que la integran. En ese escenario, resulta clave que, quienes en un futuro próximo tendrán en sus manos la tarea de transmitir en los colegios estos conocimientos, integren la idea de que se enfrentan al desafío permanente de comprender que las artes comparten propósitos y habilidades comunes, aunque sus conocimientos y lenguajes disciplinarios sean diferentes.
Ossa plantea que “La educación artística ha tenido un significativo papel en el debate curricular”, relevando que” no está planteando solamente un problema formativo, sino que está en juego la construcción del lenguaje, la memoria y la autoconciencia del cuerpo, y todo ello se vincula con los proyectos culturales”.
En el mismo escenario, se refirió al arte como una conversación pedagógica y una forma de conocimiento expandido, que tiene que ver con la idea de la educación artística interdisciplinaria. En ese sentido reconoció “la importancia del conocimiento como acto cognitivo, creativo y experiencial, no sólo la pura experiencia, sino también la creación, las bases sobre las que se construye el lenguaje, el cuerpo y la identidad”. En este sentido, agregó que “el trabajo de la educación artística tiene que ver con contribuir a la producción del sentido, porque el arte le da sentido a la realidad, no la imita, ni la representa. Cuando enseñamos arte, enseñamos a dar sentido al mundo”, dijo Ossa.
El currículum podría entonces observarse desde dos perspectivas: “Podemos asumir que es una especie de cárcel, en donde somos agobiados con objetivos el que -bajo las condiciones en que tenemos que trabajar- rara vez se cumplen, o bien, convertirlo en un experimento e interpelarlo a que sea capaz de desplazarse más allá de lo normativo, descriptivo e informativo, para entrar directamente a lo hermenéutico, porque el arte es una forma de interpretación” dijo.
En la oportunidad se refirió también al importante rol que juegan las profesoras y profesores de arte en la formación contemporánea como una declaración política, indicando que son fundamentales ya que “La realidad no cambia, lo que cambia es nuestra manera de significarla y el arte ayuda a cambiar la realidad porque modifica nuestra comprensión del mundo, es ahí donde las profesoras y profesores de arte juegan un rol de mediación, descubrimiento e imaginación, articulando las condiciones de trabajo más allá de los talentos y de la idea de que hay quienes pueden y quienes no pueden trabajar en el mundo artístico”, sentenció.
Un aporte importante del arte contemporáneo estaría dado por el intento que esta hace por significar el concepto de emancipación, entendido como el acto mediante el cual me libero de un obstáculo que me impide realizarme. Ossa plantea entonces que, “Cuando el arte ayuda a comprender ciertas cosas, en una escala muy modesta, como podría ser una clase en la que logramos la realización de algo que nos ha separado de un obstáculo, hemos hecho un acto emancipatorio”. Desde su perspectiva la educación es emancipación, “por eso es que al currículum, en lugar de tratarlo como una especie de documento-mapa, hay que tratarlo como un objeto al que tenemos que desafiar y con el que, al mismo tiempo, debemos cumplir creativamente. Debe dejar de ser una especie de norma para transformarlo en una plataforma”, agrega proponiendo que la educación artística “es una forma de producir conocimiento mediante la expresión, la creación y la reflexión, tres procesos que ocurren de manera simultánea.
Por su parte, Viviana Espinoza entrega una mirada centrada en la forma en que se está enseñando arte y la necesidad de reformular el mecanismo con que se organiza la currícula en los colegios, con el fin de abrir la mirada y ampliar la perspectiva de los estudiantes, entregándoles recursos para que puedan elegir qué carrera quieren seguir o definir una especialización del arte en cualquiera de las áreas que la integran.
Desde allí, Espinoza señala que “El arte contemporáneo visibiliza lo que en la conciencia cotidiana de la gente no está”, razón por la que se requiere que los profesores potencien los procesos reflexivos de sus estudiantes, al tiempo que para lograrlo propone potenciar el aprendizaje basado en proyectos. “Como profesores debemos guiar a nuestros alumnos para que desarrollen pensamientos creativos y una forma de pensar divergente, buscar, visibilizar y crear todo lo propuesto en el currículum” señala.
Entendiendo que para concretar una idea debe haber un propósito que guíe hacia la solución, la docente revela que, “El currículum nos habla de desarrollar habilidades y actitudes que, al sumar los contenidos, se transforman en las competencias que se necesitan para desafiar a un mundo lleno de problemáticas que requieren ser visibilizadas y reflexionadas”, dice.
En ese sentido, Espinoza declaró que hay que adaptarse a las transformaciones sociales, “estar abierto a la articulación dinámica que nos proponen hoy los conocimientos”. Se refiere a actitudes y habilidades que habría que desarrollar desde el arte contemporáneo en el trabajo con los estudiantes, considerando lo que pide el currículum “desde lo individual a lo más colectivo, dando importancia a la capacidad de escucha y enseñando también a aceptar los cuestionamientos desde lo divergente” y agrega que es esencial potenciar las competencias en los estudiantes, “así lograremos que tengan esa forma de ver las cosas y que en el arte es muy enriquecedora, ya que el desarrollo de los aspectos creativos, enseñan una nueva forma de mirar y desenvolverse en la vida”.
Poniendo como ejemplo el diseño y la arquitectura, plantea la observación del entorno como elemento esencial para la creación, señalando que, “las ideas no son nuevas, se toma lo ya existente para pensarlo de una nueva forma, variando los objetivos del proceso y desde ahí, trabajar el ensayo y error con los alumnos, porque de los errores nacen cosas nuevas“, dice mientras asegura que, “Todos tenemos la capacidad innata de ser creativos y aplicar esa creatividad a la realidad, esa es nuestra tarea como profesores”.
Finalmente, atendiendo a la idea de que proyectar un objeto debe tener una función práctica simbólica y estética que respondan a las características personales y colectivas, del sistema, es que “el diseño busca hoy, más que nunca, la empatía”.