Editorial

El trabajo del Pilar de Género en el Instituto Nacional: acompañamiento a un proceso de transformación situada para la inclusión y justicia social

Por Andrea Carrasco, Marcela Bornand y Gabriela Martini.
Pilar de Género, Saberes Docentes.

 

En mayo de 2018, en plena ola feminista y álgida movilización nacional, un grupo de mujeres estudiantes de liceos municipales de Santiago interrumpe la normalidad del Instituto Nacional José Miguel Carrera con una toma ‘Feminista’. De pronto, el emblemático ‘Instituto’ es interpelado a mirar y transformar la naturalización histórica del machismo y la violencia sexogenérica cristalizada en 200 años de producción de educación patriarcal.  La toma feminista recogía así, la demanda por la inclusión formulada dos años antes por Marina Ascencio en su carta pública a la entonces Presidenta de la Républica.

El grito y la denuncia de las secundarias caló en estudiantes del Instituto, lo que también llevaría a instalar en sus espacios de discusión y organización la necesidad de cuestionar el sexismo institucionalizado y la estructura de violencia que era reproducida en su formación. Un tiempo después, a través de un convenio de la Universidad de Chile, en 2018 nos invitan como Centro de Estudios y Desarrollo de Educación Continua a acompañar el proceso de reflexión comunitaria que se estaba impulsando a propósito de las demandas estudiantiles, en específico, nos solicitan apoyar los procesos de reflexión y deliberación comunitaria sobre la inclusión de estudiantes mujeres. Una grieta de transformación, inclusión y justicia profunda se abría en un espacio educativo que tiene en sus orígenes la segregación genérica, y con esto la exclusión.

En 2020, en el marco de la revitalización del convenio de colaboración de la Universidad con el Instituto, Saberes Docentes asume el desafío conjunto con un grupo de docentes de dicho Liceo para abordar el trabajo de equidad de género. Luego de un proceso mancomunado, muy dialogado y colaborativo entre académicas y profesoras, el pilar tomó carne en objetivos, dimensiones de trabajo y planificaciones a corto, mediano y largo plazo.

Hoy, luego de cuatro años de acompañar un proceso de reflexión crítica que moviliza el cambio de prácticas y significados educativos en torno a la perspectiva de género y diversidades sexuales en un entramado cultural tan complejo como lo es el del Instituto Nacional, vamos viendo cambios de distinta magnitud y alcance, el más significativo: la inclusión masiva de estudiantes mujeres en marzo de este 2021 al nivel de séptimo básico. Esta integración, es aún virtual pues estas jóvenes aún no habitan las aulas y patios de este liceo, por tanto, no viven la construcción de relaciones que este habitar configura, ni tampoco el impacto en su propia subjetividad. En tal sentido la vivencia de ‘ser institutanas’ es una historia en incipiente escritura.

Algunas acotaciones sobre este hecho. Primero, es menester agregar con énfasis, que el ingreso de estudiantes mujeres al Instituto no es nuevo, pues antes de marzo de 2021, ya había valientes institutanas que vivieron procesos de transición sexogenérica siendo estudiantes. Segundo, el ingreso de estudiantes mujeres a séptimo básico sin duda es un gran paso para una educación que busque avanzar en inclusión y justicia social, pero más importante aún es trabajar comunitariamente en el resguardo de una educación con perspectiva crítica de género, que aborde la transformación de las prácticas pedagógicas y cultura escolar sexista, androcéntrica y heteronormativa. 

Ya a casi un año del andar del pilar y a partir de la incorporación de las niñas, en un enriquecedor trabajo dialógico y colaborativo con las profesoras, hemos priorizado la dimensión de reflexión y formación comunitaria, realizando ya diversos procesos de formación docente y directiva que buscan primero problematizar el proceso educativo desde una mirada crítica de género y de diversidades sexuales, para luego avanzar en la profundización y diseño pedagógico situado para las aulas, que logre movilizar transformaciones en la prácticas pedagógicas, y con esto en la experiencia escolar vivida por el estudiantado. En este recorrido, consideramos que los procesos de formación docente y directiva han dado cuenta de la voluntad de transformar y de un mayor sustento comprensivo de la necesidad de trabajar en lograr una educación con equidad de género, asentándose el desafío de entrar al aula a través del análisis de las prácticas pedagógicas, con énfasis en los sesgos que allí se reproducen y fortalecen.

El apoyo del equipo directivo también ha sido clave, el cual ha dado muestras de una compresión de los ribetes de inclusión y justicia que subyacen al trabajo del pilar, dando prioridad en su gestión y apoyando instancias formativas a través de espacios protegidos para sus docentes. Y en efecto, los primeros pasos para la conformación de una unidad de género y diversidades que vele por la creación de protocolos participativos y transformaciones pedagógicas y culturales que garanticen un liceo libre de acoso, violencia y exclusiones, es reflejo de esta voluntad, que probablemente encontrará eco en un nuevo sostenedor que contempla la equidad de género y educación no sexista dentro de sus prioridades.

Todos los avances y aprendizajes detallados anteriormente, han sido en el marco del objetivo general del pilar que busca propiciar la incorporación comunitaria de la perspectiva de género y fortalecer el desarrollo participativo de una cultura escolar equitativa e inclusiva de las diversidades sexuales en torno a los desafíos de la educación no sexista, y por sobre todo ha permitido dar relevancia a las Políticas de la Universidad de Chile en relación con la perspectiva de género y con el fortalecimiento de la educación pública a través de acompañamientos colaborativos y situados.

Finalmente, nos enorgullece que el trabajo de este pilar sea fruto principalmente de la voluntad, esfuerzo y convicción de un grupo de profesoras del Instituto, que a través de sus voces, saberes y cuerpos han movilizado este proceso de transformación participativa en curso, muchas veces a contrapelo de resistencias y de los propios avatares que arraigan los cambios en la escuela, siempre bajo la comprensión de que la urgencia es hoy y no mañana. La producción de este propio boletín es manifestación de este coro de voces y reflexiones que muestra el camino recorrido, pero sobre todo el gran trayecto a recorrer.

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