Rol de líderes escolares para el desarrollo profesional docente y la transformación social

Hoy, la sociedad chilena se encuentra en un contexto de cambio, propiciado por masivas movilizaciones como expresión del malestar de la población a propósito de la injusticia social que se ha vivido durante años, donde la institucionalidad imperante enfrenta distintos grados de cuestionamiento.  En este escenario, las escuelas y liceos como un espacio primario de la relación entre el Estado y la sociedad, juegan un papel fundamental y especialmente lo juegan sus líderes escolares, pues son actores clave en la conducción de procesos que propicien las transformaciones que sean necesarias en las instituciones educativas. Uno de estos cambios supone que la escuela se conecte con las necesidades de su territorio, que se convierta en un espacio más democrático y que, consecuentemente, se democraticen los procesos de aprendizaje y participación de actores educativos, validando la voz de todos y todas como un ejercicio de experiencia ciudadana.

De esta forma, y en virtud del trabajo que hemos realizado como Centro Saberes Docentes durante los últimos años, entendemos que el rol del líder escolar debe transitar desde la administración y gestión hacia liderazgo pedagógico, con el objetivo de generar las condiciones necesarias para que estudiantes sin excepción tengan la posibilidad de tener experiencias de aprendizaje de calidad que promuevan cambios en nuestra sociedad, y de este modo la escuela se convierta en un espacio democrático que potencie el aprendizaje de todos y todas, tanto docentes, asistentes de la educación como madres, padres y apoderados/as.

Desde nuestra experiencia, hemos podido constatar que el trabajo con docentes y su desarrollo profesional tiene el mayor impacto en el aprendizaje de estudiantes y que contar con una cultura de colaboración en torno a una visión compartida sobre el tema, es una clave para la mejora continua de la escuela. Desde esta perspectiva, el desarrollo de capacidades profesionales fortalece la capacidad institucional que permite el logro de metas del centro educativo, asimismo asegura mecanismos para sostenerla en el tiempo. Por ello es fundamental potenciar prácticas que generen condiciones de aprendizaje entre pares al interior de la escuela, pero no sólo gestionar los tiempos asociados a ello, sino desde la comprensión del docente como un profesional que reflexiona y genera saberes propios de su quehacer.

En este contexto el rol de líderes escolares es un factor crítico en la mejora de la educación y la transformación de las comunidades educativas y, con ello, de la sociedad en su conjunto. Por ello la preocupación de la formación de líderes educativos que potencien diversas dimensiones de su práctica, tales como visión estratégica compartida, desarrollo de capacidades profesionales, liderar procesos de enseñanza, gestión de la convivencia, así como generar espacios democráticos de aprendizaje para todos y todas quienes forman parte de las comunidades educativas, son aspectos fundamentales de su quehacer. Por otro lado,  la ley 20.903 señala como tarea prioritaria de los equipos directivos el desarrollo de competencias profesionales de docentes, a través de planes de formación y la promoción de la innovación y el trabajo colaborativo entre pares. En este contexto la formación de líderes escolares en herramientas específicas que potencien el desarrollo profesional a través de la reflexión sobre su práctica y el trabajo colaborativo es un imperativo.

Para lograr lo anterior, entendemos que los y las líderes escolares necesitan, también, herramientas conceptuales, metodológicas e instrumentos de diagnóstico y gestión para el diseño e implementación de planes de formación para el desarrollo profesional docente en la escuela/liceo que posibiliten una lectura crítica del contexto. Ello, en el marco de la implementación del Sistema de Desarrollo Profesional Docente, con especial énfasis en los subsistemas de apoyo a la inmersión en la carrera profesional docente y en el de formación local para el desarrollo profesional. En este contexto los y las líderes escolares deben apropiarse de enfoques conceptuales y herramientas que les permitan liderar los procesos de formación profesional de docentes con los  que trabajan y además deben contar con recursos personales, habilidades y conocimientos profesionales que los habiliten como formadores de sus colegas en relación con el contexto y las necesidades de aprendizaje de los estudiantes y los requerimientos de desarrollo y fortalecimiento institucional.

Sumado a lo anterior, la investigación internacional destaca que las escuelas efectivas potencian una cultura escolar basada en la colaboración, para esto se generan diversos espacios y estructuras para que los docentes trabajen en conjunto en tareas tales como planificar y preparar material educativo, diseñar estrategias para motivar y monitorear el aprendizaje, diagnosticar y abordar las necesidades de aprendizaje de los estudiantes (Darling, - Hammond, et al. 2009).

Ahora bien la pregunta es cómo se generan estos espacios de reflexión colaborativo y desarrollo profesional. La literatura presenta varios principios como un liderazgo distribuido, altas expectativas, generación de condiciones y motivación, entre otros. Sin embargo, el desafío es que cada comunidad educativa logre construir sus propias respuestas, ya que no existen recetas. Por ello la invitación es a iniciar estos procesos en las escuelas y liceos en forma participativa y con las herramientas que potencien estas acciones, los saberes están en la propia comunidad, sólo hay que saber descubrirlos.

En definitiva, un liderazgo escolar acorde con las dinámicas sociales actuales es consciente de la diversidad de opiniones y subjetividades que integran las comunidades educativas. Desde el punto de vista de la gestión particiaptiva es determinante que los líderes educativos puedan escuchar y articular esas voces para así, lograr desarrollar dinámicas de trabajo colaborativo entre miembros de la comunidad. En efecto, hoy en día el liderazgo no implica un ejercicio de poder con el cual se ejecuten decisiones de manera única. Al contrario, el poder se distribuye y la idea es reforzar en cada integrante del cuerpo educativo y social, la convicción de que su participación es importante para la toma de decisiones, es entonces cuando el líder pasa a ser un mediador en todos los ámbitos de su competencia con miras a la justicia social.

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