Por Fernanda Ulloa Morales, Profesora de Historia y Cs. Sociales, JFS Recoleta.
La sociedad actual enfrenta una serie de cambios y transformaciones, siendo esta vorágine la nueva realidad a la que los centros educativos están invitados a hacer frente. Por este motivo es que se demanda la formación de sujetos altamente capacitados, pero a la vez críticos, analíticos, flexibles y proactivos. Desde mi experiencia, considero que resulta clave que las y los docentes estemos lo suficientemente capacitados en áreas de formación pedagógica, ya que esto nos permitirá dar respuesta de mejor manera a diversas necesidades de las y los estudiantes más allá de la disciplina o el saber técnico que entreguemos en los espacios educativos con categoría TP.
Entendiendo que el aprendizaje se da desde el acto intencionado de enseñar, al ejercer docencia nos adentramos en el terreno del vínculo, relación e interacción con otro, cuyo aprendizaje va a estar permeado por múltiples causas que van a determinar o no un aprendizaje efectivo. Para dar cumplimiento a esto, es necesario contar con la preparación pedagógica que permita a la o el docente tener a disposición las estrategias necesarias para comprender el contexto del estudiante y su estado socioemocional para realizar una retroalimentación efectiva y analizar como todo aquello influye en el aprendizaje y, así, tomar decisiones oportunas para la mejora. La formación pedagógica es lo que nos permitirá un proceso de enseñanza-aprendizaje óptimo para formar sujetos que no solo sepan lo disciplinar o el saber hacer, sino que, además, el saber ser con todo lo que significa vivir en sociedad y el compromiso como ciudadanos. Por tanto, enfatizar que la formación pedagógica en el área TP no hará más que enriquecer la práctica de quienes ejercen la docencia, mejorando los aprendizajes de nuestras y nuestros estudiantes, fortaleciendo nuestros centros educativos y contribuyendo a la formación de sujetos integrales, capaces de desarrollar competencias técnicas y habilidades para la vida.
